martes, 24 de marzo de 2009

SOLDADITO DE PLOMO


Aquí os dejo otro poema dedicado a la amistad, más bien a un amigo concreto.


SOLDADITO DE PLOMO

A Jorge Fernández

Por el corazón joven te conozco.
Por el pecho de lata.
Por el rictus recóndito de aguerrido muchacho.
Por las botas que calzas.
Te conozco. Una tarde te vi triste,
-una tarde en mi infancia-.
Te arranqué la ballesta y te puse la flor:
alegraste la cara.
(La caja vacía)

domingo, 22 de marzo de 2009

¿Cuál es vuestro poema favorito?


Algunos de vosotros ya habéis votado en el blog o nos habéis dicho a los profesores de literatura que la visita de José Manuel os parece de Sobresaliente-Notable. Me gustaría ahora que en esta entrada comentaseis cuál/cuáles son los poemas que más os han gustado y por qué. Ya sé que en profundidad sólo conocéis "42", por eso en los sucesivos días os iré dejando aquí poemas de "La caja vacía" para que tengáis una visión más amplia de su obra.
Por cierto, estoy intentando subir las fotos al blog, pero he tenido algún problema. En cuanto estén listas os avisaré. También os agradecería que si alguno de vosotros tiene fotos o vídeos en buen estado de esta visita, me los pase y así todos podrremos disfrutar de ellos.
Ahora os dejo con un poema dedicado a la amistad:

CESTO

(A Luis Blanco y Herminia García)

Todo cabe en tu boca,
no la concavidad de la mentira.


Yo puse diez manzanas podridas en tu vientre
pero tú sonreíste.


Todo cabe
sobre el sueño de mimbre que te forma:
munífica figura con que aceptas mi carga.

(José Manuel Díez, La caja vacía)
Posted by Picasa

domingo, 8 de marzo de 2009

8 DE MARZO DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA


Hoy se celebra el día de la mujer trabajadora.
El origen de esta fecha se remonta a 1857 cuando en Nueva York hubo una marcha de mujeres trabajadoras de una fábrica textil en protesta por las condiciones de su trabajo.
Otro hecho importante que condicionó esta fecha ocurrió en 1908 también en Nueva York cuando un grupo de mujeres trabajadoras, costureras industriales, de grandes fábricas se declaran en huelga para protestar por sus condiciones laborales, piden un aumento de los salarios, una reducción de la jornada laboral y el fin del trabajo infantil. Durante esta huelga pacífica 129 mujeres murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, este incendio fue provocado por los mismo dueños de la fábrica. Se cree que esto ocurrió el 8 de marzo de ese año.
En 1909 se celebró por primera vez en los EEUU el día de la mujer trabajadora respondiendo a una declaración del Socialist Party of America. Este día, 8 de marzo, fue propuesto en 1910 como día internacional de la mujer trabajadora durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas en Dinamarca. En 1911, al año siguiente y en respuesta a este decreto, más de un millón de mujeres y hombres europeos participaron en manifestaciones por demandas de igualdad para la mujer.
El 8 de marzo de 1977 la oficina de los Naciones Unidas declaró ‘El Día Internacional de Mujeres Trabajadores’, y el color para representar los esfuerzos de las mujeres que murieron es el lila.
En el instituto podéis ver estos días una pequeña exposición sobre el tema realizada por los alumnos del PCPI a los que damos las gracias por su implicación y su trabajo.

Mujer,
traías una canción
nueva
en los labios.
Pero no te dimos
la palabra
aunque eres la voz
de la mitad
de la tierra.
Mujer,
tus ojos
veían el mundo
de otro modo.
Pero no quisimos
conocer el contenido
y el calor
de tu mirada.


Mujer
llevabas en tu piel
de todos los colores
la semilla
de mañana,
la luz
que podía iluminar
inéditos caminos,
rebeldes
pero pacíficos senderos,
mujer-puente
mujer-lazo
mujer raíz y fruto
de amor
y de ternura.

Mujer,
tus manos tendidas
y tu regazo
con espacios inmensos
de amparo
y de consuelo.
Pero no hemos comprendido
la fuerza de tu abrazo
ni el grito
de tu silencio,
y andamos
sin brújula
ni alivio.

Mujer,
sin otro dueño
de cada uno
que sí mismo,
irás
desde ahora
igual y libre,
compañera
de un mismo sueño
ya para siempre
compartido.




lunes, 2 de marzo de 2009

JOSÉ MANUEL DÍEZ


Nació en Zafra en 1978. Comenzó los estudios de Ciencias Ambientales y en la cafetería de su facultad conoció a los que luego formarían con él el grupo "El desván del duende". Pero José Manuel es un hombre sumamente polifacético y también se dedica a la poesía, a su blog "Locura ordinaria" y a escribir artículos.
José Manuel se considera poeta metido a músico y su labor como creador fue precoz, comenzó en su instituto de Zafra donde con 15 años ganaba su primer premio. Animado por sus profesores y seguramente por la necesidad de leer y escribir para descubrirse y descubrir lo que lo rodea, siguió con esta labor fundamental en su vida. Confiesa que escribe a salto de mata, de manera un poco caótica allá donde la inspiración lo sorprende, llena su móvil de versos, se deja mensajes en el contestador con poemas que le han venido a la mente...Y esa inspiración que necesita para crear la halla en lo más cotidiano.
Su primer poemario publicado llevaba por título 42 (Ed. Nuevas Letras), aunque ya había escrito otros dos libros que no habían visto la luz. Según palabras del propio autor, el libro pretende poetizar lo cotidiano y hacer llegar a los lectores las emociones que le son propias. La obra consta de 42 poemas de temática variada, donde abunda lo social, el amor, el humor y la autobiografía. Los poemas están ejecutados con una escritura clara.
En 2005, con 27 años, se convierte en el decimoctavo ganador del premio de poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad, el primer extremeño que lo logra, con La caja vacía (Ed. Visor). En esta obra se observa un evidente cambio de rumbo de los versos sociales y combativos de 42 a unos versos más intimistas e introspectivos en los que nos podemos encontrar "cosas minúsculas" que para el autor son importantes aunque a veces no lo parezcan.
La poesía no es el único medio de expresión artística que José Manuel utiliza sino que la música también juega un papel importante en su vida. Como él mismo confiesa, en su vida primero fue la poesía y a través de ella llegó a la música porque la que le gusta (flamenco y cantautor) está muy vinculada a la lírica. Junto a unos amigos de la universidad funda "El desván del duende" rumba desenfadada y comprometida, fusión en la que las tierras extremeñas están siempre muy presentes ("Macetas de colores" canción de Cáceres 2016 y recientemente "Calles de Badajoz" dedicada al carnaval pacense).
En 2007 ve la luz su disco "Eres buena gente" y en la actualidad se encuentran grabando su segundo trabajo.
En la foto podéis verlo junto a Miguel Vivas, guitarrista del grupo, en el recital que nos dieron en Brozas.

domingo, 1 de marzo de 2009

UNA MISMA MÚSICA, UN MISMO OLVIDO (Serafín Portillo)

“Ni mármol frío ni eterno, ni música ni pintura,/ sino palabra en el tiempo”. Así decía pretender Antonio Machado que fuera el ideal de la poesía. Sin embargo, es difícil imaginar una poesía sin música. El poeta sevillano, claro, se refería a los gustos del modernismo más parnasiano, ajeno a la sinceridad artística y humana que él buscó en su obra. Es sabido, sin embargo, que su admiración por la poesía de Rubén se mantuvo siempre. Y esa admiración fue mutua. Para el nicaragüense la música de las palabras era la esencia misma del poema. Rubén impulsó la mayor renovación literaria de las letras hispanas de todos los tiempos e inauguró la modernidad poética. Él mismo declara haber seguido el Arte Poética de Verlaine: “De la musique avant toute chose”. Y sin embargo la música es tiempo, ante todo. Pero el tiempo de que hablaba Machado era el tiempo mundano de la historia, del acontecer humano. Y el tiempo de Rubén era el tiempo de la palabra, de la escansión, del silabeo tímbrico y acentual del verso. Un verso que provenía de su antigua condición de frase musical, pues toda poesía en su origen no es sino la letra de una canción. De ahí esa denominación latina que sirve tanto para designar al poema como a la canción misma, carmen.
Con más motivo, toda la poesía occidental moderna proviene del renacimiento medieval acaecido en Lemosín hacia el siglo XII, la mal llamada poesía provenzal. Esa escuela, que había de entrar en decadencia hacia finales del XIII, nos fue entregada, desprovista de todo lastre feudal y reconvertida en idealismo neoplatónico, en el Cancionero de Petrarca. Ya el título lo dice todo. Y ese Cancionero había de influir toda la literatura europea hasta nuestros días. Aún hoy se siguen escribiendo sonetos. Y en general, la rima y el modo de composición de todo el estrofismo clásico no deja de ser una herencia de la inmensa investigación musical de los trovadores. Incluso en la poesía más libérrima se pude rastrear aquí y allá la musicalidad clásica -endecasilábica-; la combinación de la silva blanca, por ejemplo, tan presente en nuestros supuestos -a menudo sólo supuestos- versos libres. Algo que no deja de afectar a buena parte de la prosa literaria.
Para Octavio Paz, que meditó como pocos acerca de la esencia y alcance del tiempo en la palabra, este elemento rítmico y musical no es mero ornamento, sino la esencia misma del hombre expresándose en el texto. “El tiempo no está fuera de nosotros”, escribe, “nosotros somos el tiempo y no son los años sino nosotros los que pasamos”. Pero el tiempo es a la vez nuestra condena y nuestra redención, Chuang-Tzu, el famoso taoísta chino tan querido de Paz, fue una de las figuras más inspiradoras de los dadaístas franceses, que veían en él a un precursor de Dada. Chuang-Tzu dice: “Para el sabio, la vida no es sino un acuerdo con los movimientos del cielo; la muerte, una faceta de la ley universal del cambio”. Cambio, esa es la clave. Lo mismo y lo distinto, el ritmo y la melodía. El filósofo chino se refiere al Yin y el Yang, los dos principios complementarios que fundan la condición alternante y dialéctica del universo. Esa tradición de la armonía de los opuestos o de la concordia de lo caótico tiene en los pitagóricos occidentales su mejor reflejo. No en vano, es el pitagorismo el que descubre las claves matemáticas escondidas tras la relación de frecuencia de los sonidos. Buscan una relación en la que se encierre la armonía universal, la música geométrica y aritmética del mundo. Número áureo, una relación entre dos segmentos, que en la cuerda de la lira se convierte en todo un tratado musical. Hasta las variaciones Goldberg, hasta las escalas dodecafónicas, Europa no descansará de buscar ese ideal a la vez estético y metafísico.
El equilibrio, la armonía, la oposición y la tensión entre complementarios, la igualdad y la diferencia crean las estructuras elementales de toda nuestra existencia. Nuestra angustia, nuestra alegría, nuestro modo de sentir o pensar, todo cuanto nos constituye está afectado por estas disonancias de la presencia multiforme de lo universal, que la poesía sin embargo consigue formalizar en un texto que es a la vez el reflejo de todo eso y su reducción a disposiciones más sencillas, más comprensibles para nosotros. Cuando un músico, por ejemplo, establece los armónicos de un acorde da sentido a un conjunto de sonidos que permanecían en el más completo e incomprensible caos del aire.
El rítmico fluir de una fuente, la lenta transformación de una criatura, nos son ajenos. En el fondo, aunque en ocasiones nos proporcionen cierto alivio, los sonidos y los ritmos del universo nos desbordan, ahogan nuestra capacidad de comprensión. No podemos comprender el lento encaje de una placa tectónica, el despliegue de un brote en primavera ni velocidad de la luz en las distancias siderales. Vértigo y pasmosa lentitud nos sobrecogen. En el poema, sin embargo, la música del agua que corre o la transformación de Leda nos son cercanos, están escritos en la música de los hombres y nos acercan al misterio de un modo más comprensible. Estoy pensando, claro, en el famoso soneto de Garcilaso. La transformación regresiva, pero también en Ozymandias, de Shelly, la transformación diluyente, el desgaste que somos. La desaparición en lo informe: de un modo u otro, todo lo que es tiempo brilla un instante en las formas para regresar al caos.
También en la narración hay un elemento musical; menos notorio, más subyacente, suele quedar obviado por el lector desatento, pendiente sólo de la evolución de la trama. Pero en ella, ritmo y melodía juegan el mismo papel que la sucesiva prosodia del metro silábico o la recurrente variación sintáctica del fraseo en la prosa literaria. En efecto, personajes, secuencias, leit-motiv, objetos y acciones, lugares o cambios y alternancias de tiempo, son elementos desde los que la imaginería narrativa elabora sus complicados mecanismos rítmicos y melódicos, no menos complejos a menudo que los que subyacen a las piezas musicales.
En el fondo, toda literatura no es más que un recurso musical, porque la cadena hablada es un engarce temporal, está hecha de tiempo y no puede escapar a esa condicíón fundacional de su ser y su existir. Una escultura de mármol, una pintura, pueden permanecer, idealmente, inalterables al tiempo, independientes de éste. Pero una frase musical o una frase verbal están hechas de tiempo, no discurren por él, sino que están constituidas como tales. En esa condición temporal nosotros y nuestras palabras somos una misma naturaleza. Una misma música, un mismo olvido.